Yessica Aupart
En medio de las recientes lluvias torrenciales que han afectado a varios municipios del sur de Tamaulipas, uno de los liderazgos que ha tomado protagonismo de forma natural, por su presencia constante y su capacidad de reacción, es el del alcalde de Altamira, Armando Martínez Manríquez. Mientras en otras demarcaciones las autoridades apenas comienzan a dimensionar los daños, en Altamira el presidente municipal se ha movido con rapidez, supervisando zonas de riesgo, activando protocolos de emergencia y, sobre todo, coordinándose con los distintos niveles de gobierno.
Lo que distingue a Armando Martínez no es únicamente su disposición a recorrer calles inundadas o visitar refugios temporales. Es su visión de la política como servicio público y no como ejercicio de poder detrás de un escritorio. Su participación activa en las reuniones con autoridades federales y estatales —como la más reciente, encabezada por la Coordinadora Nacional de Protección Civil, Laura Velázquez, y el gobernador Américo Villarreal— no fue protocolaria. El alcalde llevó datos, necesidades puntuales y propuestas bien planteadas. Lo hizo como representante de una comunidad que exige soluciones, pero también como un gestor que conoce su territorio.
Altamira enfrenta desafíos serios: el crecimiento de los cuerpos de agua como el río Tamesí, que amenaza con desbordarse, y las condiciones de vulnerabilidad de decenas de colonias en zonas bajas. Ante este panorama, el gobierno municipal ha activado una estrategia de protección civil que incluye monitoreo constante de niveles hidrológicos, atención directa en comunidades rurales y albergues listos para operar. Martínez Manríquez ha insistido en mantener la coordinación con Sedena, Marina, Guardia Nacional y Protección Civil estatal, sin politizar la ayuda y manteniendo siempre la prioridad en la seguridad de la población.
Este viernes 4 de julio, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum visite la zona sur de Tamaulipas, el alcalde de Altamira aprovechará el momento para plantear proyectos estratégicos para el desarrollo del municipio. Lejos de caer en lo ceremonial, buscará gestionar inversiones en infraestructura hidráulica, vivienda social y obras de contención para prevenir futuras catástrofes. También llevará propuestas ligadas al programa federal “Polos de Desarrollo”, del que Altamira aspira a formar parte con una agenda de crecimiento económico basada en su potencial logístico e industrial.
Martínez no es un político improvisado. Su experiencia, tanto legislativa como ejecutiva, lo ha dotado de una visión amplia, pero también de oficio. Y en estos días, su actuar ha sido el de un alcalde que no delega en terceros la responsabilidad de estar cerca de su gente. Ha demostrado que en momentos críticos, el territorio no se gobierna desde el aire acondicionado de la oficina, sino desde el lodo, la lluvia y el contacto directo con quienes más lo necesitan.
En resumen, Armando Martínez Manríquez está haciendo lo que pocos: gobernar con los pies en la tierra, con la vista en el futuro y con la voluntad de transformar realidades más allá del discurso. En Altamira, la ciudadanía lo nota. Y lo valora.
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