Como dijera el abuelo ¿para que tanto brinco estando el suelo tan parejo? Es un viejo dicho, pero que hoy aplica bastante bien en los aspirantes a la dirigencia estatal del PRI Tamaulipas que andan llamada tras llamada, visita tras visita a los delegados pidiendo el voto sin medir que eso no definirá nada y lo que tendrá que ser será.
Parece que todavía no entienden que realmente la elección no será por cuantos votos junten o a capricho de tal o cual aspirante sino por lo que convenga al partido, se cumplirán los protocolos sí, pero se decidirá por aquel personaje que menos problemas le traiga al PRI nacional, que sin cuestionamientos pueda llegar a consensos, no generar conflictos.
¿Por qué debe ser así? Sencillo, son muchos factores los que tomara en cuenta el Comité Ejecutivo Nacional, no solo se trata de una simple elección interna, es cimentar para el 2018 y en ese contexto hasta la voz de mando de su líder político nacional se escuchara y los priistas tamaulipecos deberán la instrucción acatar.
Por lo tanto sería bueno que todos los aspirantes a la presidencia del PRI, sin apasionamientos ni egocentrismos, hicieran un diagnóstico real de que es lo que necesita ese instituto político en estos tiempos, incluyendo que tanto bien o mal le harían ellos, los aspirantes a la dirigencia, al tricolor.
Son siete los aspirantes, unos con méritos, otros que de relleno y uno que otro que busca blindaje y cobrar venganzas, pero ellos mejor que nadie debe entender que más allá de sus intereses personales están los de su partido.
Es verdad que no tienen un líder político en el estado que les marque línea, pero también es cierto que sí cuentan con un presidente nacional, por lo tanto no son autónomos, quererse ir por la libre es prácticamente firmar su sentencia de muerte política en las filas del tricolor.
Tristemente, hasta para el mismo PRI, es que a dos o tres de los que desean dirigirle se les olvida que es un partido nacional, no una organización local, y a sus lineamientos y necesidades se tienen que sujetar.
Antes que cualquier capricho, que parecen infantiles aunque muchos ya sean seniles, están las conveniencias del partido, pensar en lo que se avecina y las posibles alianzas nacionales para el 2018, por lo tanto el que llegue a la dirigencia del PRI deberá contar con el aval del CEN porque sin respaldo y sin recursos, difícil será su transitar.
En la elección del dirigente estatal del PRI también se tiene que analizar el contexto nacional, la elección del 2018, relación de respeto con el ejecutivo estatal, la conveniencia del tricolor ante un posible acuerdo nacional con el PAN para tratar de frenar al PEJE, de lo contrario se irían derechito al rancho de LOPEZ OBRADOR el pacto priista y al mismo partido.
El dirigir un partido político no es vestirse de guerrillero y andar declarando la guerra por así convenir a sus intereses, es tener madurez política, conocimiento de las causas venideras, coherencia, relaciones afables, imagen sin cuestionamientos y empatía con su militancia.
No es sano para los priistas en estos momentos entrar a una guerra sin cuartel que solo provocara caos entre los mismos tricolores, quienes quedan en medio de la revuelta será la militancia y de pasada el pueblo puede sufrir daños colaterales.
Dirigir un partido político es ver las conveniencias del instituto, de su militancia y hasta de la ciudadanía, por lo tanto quien esté al frente, en este caso del PRI, debe ser una persona que tenga carácter, convicción, amor a la camiseta, pero sobretodo sensibilidad política, credibilidad, contar con el aval del Comité Ejecutivo Nacional, tener bien claro que no se mandan solos.